Hoy crucé la pista por donde no debía y aunque vi que venia la moto a toda velocidad seguí avanzando porque asumí que desaceleraría al verme. No lo hizo. Nos encontramos frente a frente a menos de un metro y el tipo como si nada. En tres segundos sería el impacto.
No había de otra: di un salto hacia atrás como en olimpiadas. Rodé, rodé, rodé por toda la pista hasta regresar a la vereda y acabé con la cabeza enterrada en un arbusto y todas mis cosas regadas en la calle.
Me paré, me arreglé, me acomodé el pelo y fui a gramputear al de la moto sólo para que la gente viera que no estaba muerta ni nada. Nos gramputeamos. Me preguntó cómo estaba, le dije que todo bien y al final cada uno siguió su camino.
Tres horas después Julieta me golpeó en la boca sin querer (jugando) y me ha roto el labio. Estoy sangrando mucho y he aprovechado la ocasión para ponerme a llorar por el susto de lo que pasó en la mañana.
Me paré, me arreglé, me acomodé el pelo y fui a gramputear al de la moto sólo para que la gente viera que no estaba muerta ni nada. Nos gramputeamos. Me preguntó cómo estaba, le dije que todo bien y al final cada uno siguió su camino.
Tres horas después Julieta me golpeó en la boca sin querer (jugando) y me ha roto el labio. Estoy sangrando mucho y he aprovechado la ocasión para ponerme a llorar por el susto de lo que pasó en la mañana.
.
.
Actualización:
Si me rio sangro, qué curioso.