domingo, mayo 11, 2008

la tuya

Quiero desearle un feliz día a todas las madres que no se creyeron el cuento de la perfección y que reniegan cada vez que ven alguno de los estúpidos comerciales hechos por publicistas con retardo mental severo (lo cual seria el 90% de los publicistas del país), que insisten en que las mujeres sonríen mientras lavan la ropa (que yo sepa el suavizante no produce orgasmos) y que siempre están perfectamente peinadas a las 7 de la mañana mientras sirven el desayuno a una tira de inútiles que no puede agarrar una taza, llenarla con agua y disolver el maldito café instantáneo.


¡Ay! la publicidad y su manía de dar mensajes contradictorios para la mujer: belleza, trabajo, maternidad, cuidado del hogar, relación de pareja, profesión, etc. etc. No sé si lo notaron pero el día tiene sólo 24 horas y las mujeres sólo tenemos dos manos. Pero claro, tú quieres creer que somos capaces de hacerlo todo. Chambear, hacer que la plata alcance, curar a los niños con el jarabe de la marca que publicitas … o sea, el mito de la mujer SUPERPODEROSA, la que se echa al hombro todas las responsabilidades para que así el hombre pueda descargarse de las suyas.


Por eso, en este segundo domingo de mayo, quiero mandarles una patada donde más les duela a los publicistas por agachar tanto la cabeza frente a sus clientes, en lugar de tener un rol más educativo con ellos, desembrutecerlos un poco y ser un poco más atrevidos. Después de todo, ¿no se trataba de eso la publicidad, de ser innovador? Pues cuando veo a las mismas señoras lavando felices cuellos de camisas en los comerciales año tras año, década tras década, se me hace que alguien no está haciendo su chamba… Así que bueno, a ver si en este siglo ponen esos cerebritos supuestamente creativos a funcionar y se anotan una, pues esos comerciales no sólo son ridículos, sino también ofensivos (si creen que estoy exagerando, pónganse a revisar las tasas de empleo femenino por años ¿si? A mi me da flojera darles la clase sobre lo elevada que es la participación laboral femenina en el país)

Bueno, y ahora sí, mis felicidades a las mujeres de verdad que saben que ser madre no es un cuento de hadas. Saludos a mi amiga L., por decir abiertamente todos los días que ser madre es una joda y que le encantaría tener un cuarto más en su casa para acolchonarlo y encerrar a sus hijitos en las noches cuando ella llega cansada de trabajar. Saludos también a mi amiga R., que la semana pasada en el almuerzo ya no pudo más y grito sobre su hijo “este chico me está comiendo la vidaaaaaa”. Saludos a P., la única mujer gerente en mi trabajo de quien se dice no tiene sexo hace más de un año, mas o menos la edad de su pequeño niño, al que cría sola porque el padre ni fu ni fa.


Saludos también a los hombres que entienden que una no puede hacerse tres al hilo cuando ha tenido un día lleno de exigencias (el supradin no tiene los efectos del viagra, señores). Saludos a los abogados de divorcio que la están haciendo linda con todos los hombres que piden el divorcio porque se sienten abandonados (pfff si aportaran más de su tiempo a la crianza de los hijos, sus esposas tendrían más tiempo). Saludos a las mujeres que pidieron el divorcio porque sus esposos no las apoyan (bien ahí) Saludos a los hijos que apoyan a sus madres a salir de nuevo con otros tipos porque entienden que su madre es mujer y necesita otros afectos. Saludos a los hijos que, lejos de oponerse al divorcio de sus padres, les dicen a sus mamas “Vieja, ya deja a este cretino, te mereces algo mejor”. Saludos a la mamá del técnico que cagó el pad de mi laptop, créeme Carlos que todos los días cuando tengo que conectarle un mouse a esta cosa me acuerdo de tu vieja.


Finalmente, saludos a mi madre por negarse a lavar los platos desde que tengo uso de razón (dice que se le rompen las uñas) y por decirme “hijita, para casarse no hay que pensarlo antes dos veces, hay que pensarlo mil”. Gracias por recodar cada cierto tiempo lo doloroso que es el parto cuando la niña que se viene es cabezona. Gracias por ser tan brillante pese a haber recibido tan poco. Gracias por no ser como las mamás de las otras niñas que eran realmente monses y discúlpame por no haber entendido cuando no me podías recoger del colegio como a las otras niñas. ¿Mucho trabajo, no, mamá? Perdóname. De verdad, yo no entendía.