Buena música, buena noche. Bailé con todas mis fuerzas, moví al cabeza hacia todos lados, me desplacé por todo el espacio. Quería dejar atrás una semana de mierda.
Mucho humo y mucha cerveza. No sé en qué momento también muchos apple martinis.
Sí... ya recuerdo. Salía del baño caminando en zigzag cuando me encontré a C. y K. Estaban tomando el dichoso traguito de moda:
-¿Martini?¿qué te crees? ¿James Bond?
-Oye, si quieres te invito uno.
- Ya
Pero no fue uno, fueron tres.
Disfrutaba mucho mirando las luces... Rojo, púrpura, verde, otra vez rojo... Olor a cigarro, cerveza... mucha cerveza y la música... la música que penetra más fácilmente cuando hay alcohol en la sangre. Gente que me empuja y yo empujo más fuerte. Recuerdo el sonido de las botellas rompiéndose y haber estado apartando vidrios rotos con los pies mientras bailaba. Lo hacía como un juego de equilibrio, probando cuánto tiempo podría pasar sin caer sobre todo ese desastre.
Y claro, estaba "A". Siempre está "A", pero ahora ya no está para mí. Fuimos grandes amigos. Ahora no somos nada. Bailas a mi lado toda una noche y sólo me miras de reojo muy de vez en cuando. Así es la cosa desde hace ya un año. Un mal día decidiste que yo no era buena compañía. Me he acercado tratando de disculparme de mil formas pero me has dejado sola en medio de un patio, en medio de un salón, de la calle.... en medio de todo escenario. Así que ya no lo intento más. Yo sigo bailando sola, es mejor.
Pero algo pasó el sábado. No recuerdo en qué momento (supongo que al final de alguna canción) A, por milagro, por exceso de alcohol, porque era una buena noche, o por lo que sea, se acercó y me dijo algo que no recuerdo. Sólo sé que apenas pronunció palabra, yo empecé a soltar como una ametralladora todo lo que tenía reservado desde hacía un año. Eran los martinis hablando a través de mi. De otra forma esa conversación jamás hubiera existido, yo hubiera respondido muy parca (porque ya me resigné a que no somos amigos) y no hubiera pasado nada. Pero ahí estaban los apples martinis revolviendo mis recuerdos y mis iras y aflojándome la lengua. Tú dijiste eso que nunca sabré qué fue y yo no paré, no paré, no paré, hasta que alguien me dijo: "Elizabeth, ya son las 5, creo que ya nos vamos yendo".
¿Que qué le dije? Todo esto le dije, de un tirón:
“Yo quería que fuéramos amigos, de verdad, quería pero sé que la cagué, sé que es mi culpa, y no sabes cómo me duele, me duele, no sabes cómo me duele cada vez que llegas a un lugar, cada vez que te veo y somos extraños, cada vez que llegas y estás distinto. Te ha crecido el pelo, has engordado, te han pasado mil cosas, y yo no he participado de nada de eso”.
Él se agarraba la cara, se limpiaba los ojos. Trataba de decir algo pero yo no lo dejaba hablar: “no quiero que me digas nada, no te digo esto para que me digas ‘yo siento lo mismo’, te lo digo porque quiero que lo sepas, así que no me digas nada, no me digas nada”.
Y él seguía, “es que tú te burlaste, te burlaste y me trataste como si fuera un mongolito, no sabes lo importante que era para mí esa relación y tú te burlaste de la forma más cruel” .
Yo agitaba mucho las manos, él se agarraba la cara. Por momentos me agarraba las manos, en otros me abrazaba, luego me soltaba, me agarraba de nuevo la cara, me acariciaba el pelo, nos abrazábamos, nos soltábamos, volvíamos a empezar. En algún momento recuerdo que giré hacia mi derecha y vi en las sombras a todos nuestros amigos en fila, parecía que estuvieran viendo una película. ¿Qué pensarían? ¿Qué esto era algún tipo de encuentro romántico?
Si pensaban eso estaban muy equivocados o es que ya no recuerdan lo amigos que fuimos tú y yo. Esto no era una escena romántica, éste era un ajuste de cuentas de una amistad que se cagó hace un año por mi estupidez.
Y yo seguía:
“ yo sé, yo sé que ya no podemos ser amigos, ese momento ya paso, tú tienes tu vida, tus amigos, yo tengo los míos, la universidad acabó, ya no hay cómo, y no sabes cómo me duele, cómo me duele cada vez que te veo y sé que ya no serás mi amigo por mi culpa”.
Hablamos de mil cosas más. O más bien de las mismas cosas mil veces. Él me decía que me había extrañado mucho. Pero entonces ¿cómo es que le era tan fácil llegar a cada lugar e ignorarme de forma tan cruel? No le pedí esa explicación, yo era un disco rallado, yo solo repetía y repetía. Si soy redundante de sobria pues lo soy más de borracha.
Cuando alguien me dijo "Elizabeth, ya son las cinco, vamonos", yo fui a recoger mi casaca, él me siguió. Me dijo “no voy a olvidar esta conversación, te lo juro”. Lo abracé muy fuerte (porque eso era una despedida) hasta que alguien me jalo del brazo.
Salí. Otro grupo de nuestros amigos estaba afuera hace rato también. Me miraban. Me lleve la mano a la cara y estaba mojada. No me había dado cuenta de que mis reclamos, mis gritos, mi declaración final de eterno cariño (“quiero que estés bien siempre, siempre, aunque ya no seas mi amigo”) habían venido con lágrimas incluidas. Me acordé de que había visto en él también algunas lágrimas. Me limpié la cara aunque supongo que ya era bastante tarde para eso, todos se habían dado cuenta de que yo había llorado. Como buena borracha empecé a recitar una y otra vez las mismas líneas “es que él era mi amigo, él era mi pata, y yo la cague”. Carla me decía "ya chinita cálmate, yo soy tu amiga, yo soy tu amiga".
(¡Y A MI QUE ME IMPORTA QUE TÚ SEAS MI AMIGA!, YO ESTOY HABLANDO DE “A”. ÉL YA NO ES MI AMIGO, ¡PORQUE YO LA CAGUE!, ¡YO LA CAGUE!)
Yo la cagué, yo la cagué, yo la cagué. Me fui repitiendo esto todo el camino hasta mi casa. Apenas toqué la cama me quedé dormida.
El domingo me desperté aparentemente bien pero me fui sintiendo peor a cada minuto. Julieta brincó sobre mi cama varias veces produciéndome nauseas con el movimiento. Desayuné y una hora después vomité todo el desayuno. Mi hermano entró a mi cuarto para contarme que existen más de siete mil hablantes de klingoniano y que incluso una pareja crió a su hijo enseñándole exclusivamente esa lengua como experimento de socialización (¿?). Mundo de locos. Yo solo quiero vomitarlo todo.
Cada vez que cerraba los ojos tenia alucinaciones, recuerdos de la noche anterior, me acordaba de las luces, la música, las caras, los olores, mis palabras y sus palabras. Un par de canciones sonaban en mi cabeza una y otra vez y no me dejaban pensar bien. Y sin embargo no podía recordar la que quería. Me partía la cabeza tratando de saber exactamente qué canción era ésa que sonaba mientras yo decía "lo siento, lo siento".
¿Cómo es que no la recordaba si en ese momento los dos nos reíamos de semejante casualidad? Es perfecto, es perfecto - decíamos. Esta casualidad, esta canción, en este momento. Y ahora la maldita resaca trae a mi mente otras canciones que no quiero escuchar.
YA! Lo tengo, pero si era tan fácil!!!!. La canción es simplemente perfecta. Pero no tengo radioblog, así que no podrán escucharla.