lunes, febrero 18, 2008

Mil novecientos noventa y siete

Cuando pego las uñas a la nariz y aspiro profundamente (llévate el olor hasta el pulmón eli, llévatelo) huele a cuando me despertaba todas las mañana a las 6 y me metía a la ducha todos los días sin falta y sin pensar, aunque hiciera frio o aunque nevara en mi cabeza. Y me ponía una chompa ploma de mi papa y un pantalón que me quedaba como a payaso y salía rápido a cumplir con el deber y nunca había micro pero yo igual llegaba y me sentaba siempre tensa pero en el buen sentido porque estaba a la expectativa de todas esas cosas buenas que vendrían, de todo lo nuevo, de todo lo que me habían contado y que ahora yo iba a hacer y de los salones que iba a oler y la madera que seguro brilla como cucaracha y ahi entran cien personas y si quieres te sales de la clase porque nadie te toma lista y tú escoges el curso que quieres llevar y todos son brillantisimos y hasta ateos. Los ojos estaban muy abiertos, las orejas muy abiertas, los poros muy abiertos y todo entraba como con mantequilla y era rico aunque Servando y Florentino no me dejaran estudiar. Era mil novecientos noventa y siete.

miércoles, febrero 13, 2008

No voy a musicalizar con Le tigre


Estoy muy cansada, tengo mucho trabajo, tomo supradin todas las mañanas pero parece no funcionar. Tengo una vida de oficina muy amena. Soy 100% una chica de oficina. Estoy institucionalizada. Tomo un taxi en las mañanas, llego tarde siempre pero llego linda. Cada día con un vestido distinto. Los chicos de la oficina dicen “agua agua” y yo sonrió alguito si me da la gana pero si me dicen el mismo chiste tres veces ya ni me molesto en dibujar nada en mi cara porque ya no soy una chiquilla complaciente y si no me da risa no me rio y si te caigo mal mala suerte.

También hay días como hoy en que se me va por completo la paciencia y en el almuerzo les grito con el tenedor en la mano que ser mujer es una caca si los hombres son como los de Lima – Perú que se creen con derecho a decirte lo que sea sólo porque eres mujer.
Y grito (y poco mas y me subo a la mesa): “si yo quiero vengo calata y nadie tendría porque decirme nada, yo me visto como me da la gana”.

Y sigo: “Oye pablo, tú no sabes lo que se siente que todos los días de tu vida – TODOS –
algún hombre en la calle te diga algo sólo porque eres mujer y no, no me interrumpas que no tiene nada que ver con la ropa ni nada que ver con ser bonita porque los hombres no te gritan por eso: te gritan por ser mujer, ¿o no Ceci? (y Ceci asiente a todo porque es mujer y sabe) Ellos te ven a kilómetros y ni te han visto la cara pero han sospechado que eres mujer y por eso te han silbado. Sólo porque eres mujer. Sólo por eso".

"Acaso yo voy por la calle diciéndole algo a cada tipo que me cruzo 'que feo eres huevon' o 'Me gusta tu peinado' o 'si no fuera por ese carro no serias nada'. ¿Voy por la calle diciéndole lo primero que me viene a la mente a cada tipo con el que me cruzo? No verdad, ¿por qué? Porque no tengo ese derecho. Bueno, tú tampoco lo tienes. No, no tú huevon , los hombres en general digo. No tienen el derecho a decirte nada que tu no hayas pedido escuchar. Así que deja de joderme con eso de que estoy exagerando o te juro que armaré una pandilla de amazonas para ir por ahí a decirte lo que nos da la gana y si queremos tocarte un poco lo haremos solo porque nos da la gana….

Discúlpame Pablito, es que tú no sabes lo que es ser muy profesional, mucho trabajo, mucho estudio, mucho supradin, y todo para que apenas pongas una pata en la calle seas lo mismo que nada."
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Ahora sí, a trabajar.